03 agosto 2010

El Terapéutico Servicio

todo el peso
el delirio, de la piedra, su vastedad,
se transparenta
Ese espacio, ese jardín, CORAL BRACHO


I.
La tarde cae. Grata y esclarecedora caída, como la de algunos ángeles o la de las hojas en otoño. Por tardes así es que a veces me vuelvo una canción triste. Qué lástima que en algún momento terminará por definirse la noche por completo. Lo que no daría por suspenderme en este estado crepuscular: fluctuando en una tristeza que no duele.

Los últimos meses han sido silenciosos. Desde el punto de vista del blog, hasta me parece haber estado en un retiro o algo por el estilo. Claro que como en cualquier otro caso de silencio, me ha permitido esclarecerme, comprender. Y es que pertenezco a ese grupo de personas para los cuales es vital el autoconocimiento, acaso la principal herramienta para que la vida adquiera sentido.

II.
En este tiempo comprendí algo: los beneficios de darse al otro sin reservas.

Por muchos años no entendí por qué los buenos momentos, los periodos de felicidad, las sensaciones de plenitud, bienestar, alegría, duraban poco. Me acostumbré a decir, cuando me sentía contento o con buena fortuna, que en algún instante llegaría su contraparte, la crisis. La estabilidad no se me daba. Sin embargo sospechaba que el bienestar debía ser algo más que la consecuencia de una suma de circunstancias diversas.

Hoy comprendo que una manera de hacer que esas sensaciones se prolonguen indefinidamente es volverse serviciales.

III.
Esta realidad social, esta cultura, nos vuelve egoístas. El dinero, el reconocimiento, el sacrificio, el dolor, la apariencia, el acaudalamiento, el poder, el orgullo, son creencias que se elevan a un nivel de "valores" y, como tales, dedicamos gran parte de nuestro tiempo en conseguirlos o idealizarlos, es decir, nos concentramos solo en nosotros, en lo nuestro, nos ensimismamos, lo cual, tarde o temprano, conduce a la insatisfacción personal (en esto resulta contundente la condición humana).



Ni las escuelas, ni los medios, ni los gobiernos, otorgan información valiosa que nos permita desapegarnos de todos esos deseos superficiales a los que estamos enganchados, sin embargo basta con tener la disposición de abrirse a nuevos derroteros para que la sabiduría comience a fluir (es este "estar dispuestos" lo verdaderamente difícil, pero ese será otro tema).

A esa apertura me he dedicado los últimos años, y en el caso particular de los momentos de plenitud (que nacen prácticamente caducos) he experimentado que mientras más doy al otro, más se prolonga mi plenitud.

Es interesante que todo lo que creamos lleve nuestro sello, esa especie de marca registrada que nos distingue: al hablar, al expresar ideas, al cocinar, al caminar, al besar, al quejarnos, al mirar, al escribir siempre estamos comunicando algo, siempre estamos manifestando en planos físicos nuestro interior energético, nuestro pensamiento, nuestras cavernas más profundas.

Entonces, si somos serviciales sin expectativas, tan solo con la intención de darse al otro y, de paso, dejar a un lado el ensimismamiento, es natural que la inconformidad no vuelva ya que esta llega luego de permanecer en un estado egocéntrico juzgando inconcientemente qué nos hace falta y qué no, es decir, ensimismamiento puro, excesivo tiempo ¿libre? para no ver más allá de nuestras narices.

IV.
Ah, qué maravilloso resulta que a través de una sola acción se puedan obtener consecuencias en diversos flancos. Y es que al ser serviciales (una sola acción) tenemos la oportunidad de despojarnos del egocentrismo (lo que es liberador) y, por ende, de dejar de percibir carencias (lo que es más liberador aún).

Las formas más simples de servicio son infinitas y adorablemente cotidianas aunque, por desgracia, no siempre se llevan a cabo: ceder el asiento, abrazar, escuchar con atención a cualquiera que hable, dar un masaje, dar el paso, sonreirle a cualquiera, cocinar, preguntar sinceramente "¿cómo estás?", en fin, ofrecer ayuda en general, y es que cada que uno se ofrece desinteresadamente al otro, cada que uno entrega su concentración y su capacidad de acción al otro, sea quien sea (y por más discreto que sea el servicio) no me cabe duda que cosas maravillosas ocurren al interior de nosotros, qué sé yo si a nivel celular, neuronal, glandular, bioquímico, lo que sea, solo sé que el servicio desinteresado resulta un grandioso mecanismo de bienestar, de protección, de salud.

(clic aquí para leer un hermosísimo texto escrito por G.S. Arundale al respecto del SERVICIO como continuación de este post)

02 agosto 2010

El Servicio

Aquel que no tiene de comer en su casa,
tiene que comer afuera.
Así, aquel que no tiene paz en sí mismo,
siempre tiene que hacer algo fuera de sí mismo.
(...)
Hay dos clases de servicio social:
uno es resultado de la propia satisfacción
y otro de la insatisfacción.
Asi, hay dos clases de personas:
unas que están siempre intranquilas y,
para no ver lo que está en sí mismas,
andan de un lado a otro con el pretexto de servir al mundo.
Y otras que, por estar satisfechas,
sirven naturalmente a todos.
SWAMI TILAK




Si quieres que tu servicio sea útil a los demás, sin perjuicio para tí mismo, procura que te guíen en tu camino estos tres preceptos:

1) Que tu mayor alegría sea hallar el sendero del servicio.
2) Que te reconozcas como agente de una fuerza más poderosa que la tuya, que al penetrar en ti te infunde el poder de servir.
3) Que veas en los demás la misma Naturaleza Divina que en ti mismo.

Procura que la fuerza de tu afecto hacia otro no perturbe tu equilibrio o el suyo.

Tu servicio debe fortificarle y no debilitarle.

No sientas envidia por la capacidad de auxiliar que otro tenga. Debe más bien alegrarte de que tal poder exista, para ayuda de aquellos a quienes el tuyo no alcanza.

Cuando vayas en ayuda de alguien, procura identificarte con el ideal de quien has recibido el poder de servir.

De este modo realizarás tu ideal y al mismo tiempo tu ayuda será más efectiva.

No busques el fruto de tu servicio, y no te entristezcas si aquel a quien has ayudado no pronuncia ni una palabra de agradecimiento. Ten presente que estás aquí para servir al alma, no al cuerpo y aunque los labios permanezcan mudos, siempre te será dado percibir la gratitud del alma.

Uno de los actos de servicio más raros consiste en abstenerse de juzgar a una persona antes de haberla oído.

La mejor manera de servir consiste en aligerar la carga, no en suprimirla.

Ayudarás mejor a los demás si te compenetras de su propio ideal.

Hay tantas maneras de servir como personas en el mundo a quienes ayudar.

Los que creen que no están en situación de prestar servicio olvidan a menudo la existencia de los seres inferiores de la creación como las plantas y los animales.

Muchos que no tienen tiempo de prestar un servicio se las arreglan en una forma u otra para tener ocasión de recibirlo.

Si una persona rechaza el modo como tratas de servirla, procura encontrar otra forma ya que tu deseo es servirla y no imponerle tu manera de hacer.

No temas ofrecer tu ayuda a quien la necesita, le conozcas o no, su desamparo le hace hermano tuyo, y tu timidez sería una forma de orgullo que lo privaría de consuelo en su dolor.

El mejor modo de persuadir a una persona para que siga un buen consejo consiste en practicar uno mismo aquello que se aconseja.

Si llegas a creerte mejor que los demás por el hecho de que estás aprendiendo a servir y porque te parece que ellos no siguen el mismo camino, desde ese mismo instante cesas de servir. El verdadero servicio consiste en hacer partícipes a los demás de nuestra vida interior, no en colocarnos frente a ellos, ya sea directa o indirectamente como ejemplo que deben seguir.

Una persona puede pedirte que le ayudes de diversas maneras pero tu mejor ayuda será darle aquello que necesite y no lo que pueda desear.

No te digas: "hoy he ayudado bastante". En cambio, piensa si no podrías haber hecho más y sobre lo poco que en realidad haz hecho para disminuir la mucha miseria y sufrimiento que existe en el mundo.

Dar a alguien la ayuda que en realidad corresponde a otro no es verdadero servicio.

De los muchos que están listos para servir, la mayoría emplea diferentes medios, menos el conveniente.

No descuides a los que deberías ayudar, por aquellos a quienes deseas servir.

Cuando trates de ayudar a alguien, no te impacientes por sus debilidades, esas son las que te permiten el privilegio de servirle; pues de lo contrario no tendría necesidad de ayuda.

No temas proclamar el origen de tu propia inspiración para servir pues dar a conocer la fuente de tu felicidad es una de las más bellas ofrendas que puedes brindar al mundo.

Si donde actualmente estás eres incapaz de descubrir ocasiones de servir, más incapaz serías allí donde quisieras estar.

G. S. ARUNDALE (1878-1945, uno de los presidentes que ha tenido la Sociedad Teosófica link 1 link 2 link 3)

01 agosto 2010

Nueva Época

Hace tiempo me cuestionaban que como pa qué tener tantos blogs. Yo respondía cosas sensatas y bien argumentadas a favor de los 2 ó 3 blogs que siempre manejé al mismo tiempo. Luego de unos años, ciertamente, no le veo sentido a tanta disociación. La mirada es integral, también lo es el pensamiento, también lo debe ser la escritura. En esta nueva época de mi blog, anuncio el cierre de todos mis otros sitios para quedarme con este blog que, a fin de cuentas, me ha acompañado desde el principio (febrero de 2005).

Se siente bien estar de vuelta.