30 mayo 2009

De la inconformidad

Es el tiempo del hombre inconforme. No del hombre vacío que eso sería maravilloso: significaría saberse incompletos y eso acarrearía ánimos de “auto-llenado”. Pero no. Es la época del hombre inconforme y derrotado por la inconformidad.

La inconformidad por no tener lo que tiene el otro, por no tener el cuerpo del otro, la mujer del otro, el empleo del otro, la ideología del otro, la personalidad, el celular, la cuenta bancaria, el guardarropa, el carro, lo que sea. Éste inconforme moderno desea y es cautivo de su deseo. Deseo que viene no de su ser-individual sino del condicionamiento cultural, en el cual ha intervenido bastante la publicidad ya que ésta ha dejado de promover productos en base a su utilidad por concentrarse en hacernos creer que le hace falta a nuestro bienestar ese producto en cuestión.

Este deseo al que me refiero configura el gran mal de nuestros tiempos (tal vez de todos los tiempos): la falta de identidad: como no sé quién soy, busco entonces la respuesta en el exterior, ya sea en el mercado de objetos, en el mercado de personalidades o bien en el mercado de ideas.

Las dictaduras actuales se llaman empresa, marketing, publicidad. El dogma es servir fielmente a la figura del mercado. La sociedad de consumo es el modelo que el siglo XX heredó a la Historia.

Si así ya fueron las cosas, está bien.

Lo bueno con esto sería empezar por reconocer que vivimos rodeados de un entorno que necesita de la inconformidad personal, de la sensación de carencia y de la separación para subsistir, para seguir produciendo. Pero a final de cuentas, siempre está en el interior de cada quién elegir por qué consumir lo que consumimos. ¿Consumimos libros al por mayor buscando otredad o buscando el estereotipo del lector empedernido? ¿Consumimos en nuestra apariencia (ropa, maquillaje, gym, accesorios) para ser aceptados y reconocidos o como un acto neutro en el que no se tienen expectativas hacia afuera? ¿Consumimos filosofías y religiones deseando encontrarle sentido a la existencia o lo hacemos para depositar en los otros la culpa y de paso sentirnos mejores que ellos?

Luego de reconocer la estructura a nuestro alrededor, será más fácil comenzar a acceder a esa sabiduría que yace en nuestro interior, en nuestro inconsciente colectivo, en nuestras células, en nuestro libre albedrío, en nuestra mente ya que entenderemos que el bienestar no depende de lo que nuestro entorno nos ofrece sino de lo que cada quien es/hace/elige en su interior. La libertad, el amor, la felicidad son los estados naturales del ser humano, en ellos está el eje principal de la identidad de nuestra especie (aunque nuestro entorno nos diga todo lo contrario).

Ojalá estar inconformes nos sirviera para potenciarnos, o dicho de otro modo, que esa inconformidad nos devolviera el hambre de conquistarnos, de conocernos, de investigar, una inconformidad productiva, potenciadora del yo que alza la mano en aras de liberación y re-conocimiento de su identidad.

2 comentarios:

La paciente nº 24 dijo...

Le coeur a ses raisons que la raison ne connait pas. Quizás sea condicionamiento social más que cultural ¿Publicidad? La publicidad sólo reafirma deseos generados previamente, la publicidad es sugestiva si tienes una necesidad, raramente las crea, las utiliza ¿te has parado a ver, alguna vez, un anuncio de leche neonatal? El problema de nuestros tiempos, ya lo dijo William James es que sabemos poco de nuestras propias preferencias en materias abstractas, cuando menos en las concretas; lo queremos todo o queremos más, ¿para completarnos? Para crearnos seguridad. El atractivo/erótica del poder eso es lo que se vende, y en eso se basa todo tipo de clasismos, en la superioridad: tú estás arriba yo en la parte baja de la jerarquía. Por tanto eres mejor. Políticamente es necesario y tragamos. La pirámide de Maslow no estaba mal definida, pero si mal interpretada. La identidad existe, es innata, la identidad es mirarse al espejo y reconocerse, algo muy simple y no exclusivo de los seres humanos, la autoestima es un concepto mucho más complejo tal vez sea ahí donde nos equivocamos al intentar autorrellenarnos, como bien dices, con algo externo a nosotros, pero eso son años de psicologías y constructos asimilados; complicado cambiarlo aunque no comprenderlo. Entendernos incompletos, a eso se le llama pesimismo práctico, luego alegas optimismo metafísico; el amor, la libertad ¿Qué son ambas cosas Alberto? ¿No son también conceptos sociales? Me pregunto de qué clase de igualdad hablas ¿efectiva o real? O de simple definición; igualdad como parecido. Respetar la diferencia es igualdad, o una consecuencia de lo mismo, no hay pluralismo que no se sostenga en la unicidad, es puro pragmatismo. Y esto es sólo demagogia. Lo mío.

Me gusta hablar desde el pasillo, gracias por entenderlo. Me ha encantado el texto.

Marta Donadini dijo...

Te leo y me maravilla todo lo decis
y siento que me habla no una persona, sino un alma como la mía.
La identidad y el no saber a que categoría social pertenezco siempre me preocupo.-
Ahora me doy cuenta que esto no significa nada.Es sorprendente pensé que era la única que se sentía de esta forma.-
Un mundo al que ya no quiero pertenecer una sociedad que fracaso
por que una persona no es lo que compra y tiene en el bolsillo.-
Ni siquiera si nuestra imagen responde a lo que una persona debería ser (bella, perfecta) somos
más que eso.Somos lo que guarda nuestro interior, y es lo que no podemos mostrar, porque no le interesa a nadie.-Necesito un mundo justo , no tolero a los que abusan y destruyen la naturaleza , por eso pensé que yo era extraña.-
Te voy a seguir y hoy tengo un problema menos ...si tengo identidad ahora se quien soy.-
Un cálido abrazo para los que como nosotros entendieron el mensaje.-