12 julio 2006

ONE...

Era como si el swing estuviera destinado a encontrarse con el hombre, no importando cuál hombre, el hombre a todas sus alturas, el clasista o el explorador de nuevos ritmos, el tecnológico, el inconforme. Lo supimos en el Carnegie Hall esa noche del '38. Incluso quien no estuvo ahí lo sabrá, era el momento de encontrarnos todos con el beat, con el swing, con el tempo en la planta del zapato. La orquesta de Benny Goodman toca Sing, sing, sing y algo hay en ella que parece burdel, carnaval, aquelarre. Pero no. Vamos, a todas luces es una orquesta, con trompetas, saxofones, y un clarinete líder. Sin cuerdas pero con viento. Y trajes elegantes. Pero un pero salta a la vista.

Acaso lo más desconcertante aquí, además de esta música extranjera, es ese percusionista negro, quien da la pauta para que el hombre y su historia sean un poco menos rigurosos consigo mismos: Africa y su ritmo percusivo puede estrellarse en las academias de música de Occidente y todos contentos. Entonces surge la llama abrasiva que recibe lo que de ahí nace: un nuevo ritmo, un nuevo sonido, al parecer desconocido, alternativo, inusitado, una nueva manera de ritmear que no suena a nada, más que a negritud, a belleza blanca, a maullido del espacio. Podríamos permitirnos, entonces, llevar por siempre el ritmo del jazz con la punta del zapato, sentarnos a escuchar un poco ciegos y terminar en el swing, de pie, sin notar el instante en que nos paramos, tal vez porque no somos nosotros quienes lo decidimos sino esa extraña energía, fuerza cósmica, instinto de vivencia edénica, lúdica, mística.





Creo que esa noche, como ningún otra, el hombre no pudo más con su instinto inquisitivo, y aceptó que el jazz era una buena forma de redefinirse como especie durante todo ese siglo: nuevos lenguajes para un mismo lenguaje; promiscuidad de géneros, de estilos; el regreso del arte y la artesanía al hombre común, que a fin de cuentas es el único hombre posible: el de la comunidad. Todo por el simple hecho de que, durante 12 minutos, un ritmo que tiene sus orígenes en la ladera de un río, las pianolas del XIX, y los ecos morenos de esclavos e inmigrantes, pudo, 40 años después, hacer que la gente seria, de elite y con dinero (que, ayer y anteayaer, son los mecenas del arte y la artesanía) moviera las palmas de sus manos, las puntas de sus zapatos, el cuerpo en sí en un baile sin reparo ni vergüenza, al ritmo de una big band que hizo del swing una de las mejores enseñanzas: admitir que, aunque todo esté escrito de algún modo, todo puede ser reinventado, como la música y sus diversos métodos, como el snobismo y sus extrañas manías. El swing se apodera de uno, y no hablamos de jazz precisamente.

4 comentarios:

Yamina del Real dijo...

Hola mi querido Alberto

Que buen post, aunque mucho de jazz no sé,es un genero que me gusta, pero en el que no me he sumergido. Lo hermoso de esta entrada es la forma en que quieres volver a darle sentido a las cosas. Días sin sentido y sobre todo llenos de desencanto. Esa es la sensación que parece permear en la ciudad. Una sensación de encontronazos sin encuentro. Enajenación y alienación, engaño son las armas de destrucción masiva. Es aterrorizante lo que se lee en los diarios en estos días, la noticia que mas me impacto fue aquella de las mujeres violadas de atenco, donde se las acusa de haberse violado e infectado. En que país vivímos? En fin, ya me estoy desviando. Entiendo, el sentir y sobre todo me parec tan hermoso reconstituirse a través de estas historias, muy interesnates por otro lado, para personas ignorantes como yo del tema.

Yo he andado a mil, expuse dos fotos en el Museo de la Ciudad de México, publiqué una foto en la jornada y este domingo sale otra foto en Proceso. Estoy en mil cosas que me han alejado de mis amigos y de mi blog, pero espero aunque sea por momentos tirar una líneas como ahora.Y en el blog con las fotos, me parece algo hago para no sentirme del todo culpable.

un beso muy grande

y

Alyxandria Faderland dijo...

Hello! Estas nominado!!!! No para la casa del Gran Hno. afortunadamente; sino como uno de los 4 blogs que se la llevan. Asi es, los otros mencionados querian un concurso de veras y premios, y yo que tengo el SI facil (viles patrañas!!! el no es lo que mas natural me sale) los he puesto en manos de un experto jurado. Suerte!!!!

Des.. dijo...

oh si..
el buen jazz..
el orden, la melancolía, la alegría y el sazón

y ademas si el jazzista es sexy....
:D

Alejandro Palizada dijo...

Lester Young, saxo teneor, Dickie Wells, trombón, Joe Bushkin, piano, Bill Coleman, trompeta, John Simmons, contrabajo, Jo Jones, batería. Four O'clock Drag. Sí, grandísimos lagartos, trombones a la orilla del río, blues arrastrándose, probablemente drag quería decir lagarto de tiempo, arrastre interminable de las cuatro de la mañana. O completamente otra cosa. -Ah, Lautréamont- decía la Maga recordando de golpe. -Sí, yo creo que lo conocen muchísimo-...[11]