12 julio 2006

...TWO

La leyenda cuenta que Take Five fue diseñada para que el baterista, Joe Morello, tuviera su respectivo solo. Esto resulta evidente al escuchar entero el TIME OUT(1959, Columbia Records) ya que con los dos primeros tracks cualquiera puede notar que hay un endemoniado academicismo detrás de su esctructura. Yeso era Brubeck, uno de esos genios capaces de dominar un lenguaje y darle vueltas hasta redefinirlo, reinventarlo, reloquesea, siempre re-.


Pero Take Five no era tan compleja.


Y ahora es de las piezas más reinterpretadas en la historia de la música ¿pop?.

Yo recuerdo algunas, muy divertidas, aptas para el lounge o las trompetas latinoamericanas, para el groovychilloutafterparties o los recitales de jazz de gente primeriza. Y esa es la grandeza de Take Five, su fácil y suave contacto con cualquier escucha, inclusive con los que no son partidarios del jazz. Cabe en caricaturas, en parodias, en películas de narrativa sencilla. El sonido amable de su saxofón lidereado por Paul Desmond es fácil de recordar y de tararear mientras se prepara una crema de espárragos o el betún para el postre. Además es un grato ejemplo de cómo un genio puede hacerse a un lado para que la figura de otros resurja porque el piano de Brubeck prácticamente no tiene estelaridad alguna, ésta recae en la bateria y el saxofón.

Y es así que, totalmente discreta, Three to get ready hace su aparición.


Originalmente era la pieza que cerraba el Lado A del LP, lo cual le daba un toque de narrativa al asunto. Esta pieza tiene uno de los solos de piano más bellos que jamás haya escuchado, más allá del jazz incluso. Una especie de cuenta final (tómence 5 (ahora faltan 3)) para regresar a, no sé, la vida cotidiana pero sin ser los mismos.

Si primero tenemos Take Five, algo así como el "tómence 5 minutos de descanso" en los filmaciones de películas, luego llega el anuncio de Three to get ready, “faltan tres minutos para regresar al rodaje”, todo dentro de un álbum llamado TIME OUT, “tiempo fuera” de la permisible realidad.

Entonces el álbum, y en especial estos dos tracks, son un remanso, un estar-fuera por un momento, dentro del cual nos pedirán otro tiempo para seguir saliéndonos, y nos dirán cuánto falta para regresar.

Evidentemente Take Five no dura dos minutos ni Three... dura 3, pero eso está bien, no hay nada mejor que el tiempo sin el tiempo.

Esto tiene el jazz, la posibilidad de más y más metafísica, esta vez desde un par de bocinas y un par de recuerdos.




4 comentarios:

D... dijo...

El jazz y la vida... el jazz en mi vida desde siempre, pero justo en estos últimos días he estado insistente y obsesivamente escuchando jazz... en realidad sólo a Coltrane y Ascension... es la libertad misma, el orden en el caos, siete vientos y un diálogo entre cada instrumento, un solo para cada uno y perfectas uniones entre ellos... Son dos tomas del mismo tema, una dura 40 minutos y la otra 38... Las dos son exelentes...
Lo has escuchado???

Que bueno leer sobre jazz...

Todo un placer

Alejandro Palizada dijo...

...three/trois/tres

Habría que aclarar que hay una lección del jazz importantísima y es la de rehusarse a ser lenguaje. Podemos creer que ahí dentro en esos surcos de vinilo (que también son surcos de espaldas, de lienzos curtidos, de plantas de pies) hay signos. Nada más lejano a lo sensible.
He tomado mi maltratado cd de "indispensables" y he puesto, como interventor para este texto, al que es igual de gurú que Brubeck pero en avatar negro, a Miles que toca la misma pieza al lado de Bill Evans y lo demás se puede suponer con facilidad: más que el sonido inicial parece ser una voz que narra "These were the days when..." "En ce temps-là...." "En aquellos tiempos..." Ponele el idioma que sea, el mito es un bloque bruto y desnudo. Bill Evans acababa de grabar Will Say Goodbye. Miles seguramente venía de fumar opio. Take five minutes and then we meet again... Take five minutes so you can think like crystal. ¿No estaba Chet Baker de hipermoda con su álbumzazo The Summer Knows, cuando a la vuelta de Hollywood Miles y Bill copulaban apetitosamente in black. Y es que esta versión (del 59) tiene menos escala de grises que la de Brubeck. Por varias razones: como siempre -vanidoso- Miles gusta del equilibrio pasmódico, el bajo (no sé si es Pedersen) destroza eso que en Brubeck es escalera, y lo vuelve ascensor. (No hay diferencia y la hay, es más bien que en las escaleras puedes rebasar y en el ascensor no). Ahora bien, Evans nada presuntuoso, todo cuadra excepto que es Take five... quiero decir que en ese "paneo" de dotes individuales quedan borrados los bordes de la melodía original. Y entonces 'más que un a opinión y menos que una certidumbre' lo que se siente es una creencia: también acá, en este estudio, parece que los músicos se han tomado un break pero se ha quedado la música.
No cabe más que comprender que el jazz no articula: sirve. Bajo esta consignia cómo resistirse al aire confabulador que gira ahí. 9'04" que transcriben (acircunscriben-¿podrá decirse así?) los 5'26" de Dave Brubeck.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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