04 agosto 2005

Acerca de Poema de la Línea

Un poema que se escribe de tirón, en menos de 4 minutos, no tanto como liberación del subconsciente sino como un complejo proceso de elaboración de ideas somáticas, oníricas, abstractas, cósmicas, no lineales, que van saliendo bajo una especie de razón intuitiva, de intuición razonada, jamás será de confiar para los estudiosos, los especialistas en literatura clásica, vaya, ni siquiera para (eso espero al menos) los ultramodernos, posmodernos, vanguardistas, qué sé yo. No es de confiar porque no es académico, ni clásico, ni erudito pero tampoco es surrealista, dadaísta, pachequeísta, vivaelfatalismoísta.

Sin embargo es un poema de amor.

No de amor hacia la pareja, hacia la mujer imposible. Tampoco amor en su fácil acepción de la felicidad y la entrega desmedida.

Es de amor por esa forma de abordar el tema que me mueve por excelencia: la idea de la apertura (no tanto como suma de conocimientos sino como un ingreso constante, un boquete frecuente hacia el conocimiento, hacia lo humano, hacia lo universal: micro y macrocosmos…). Con esto quiero decir que amor es movimiento, desplazamiento de uno mismo por su interior, por su exterior, para terminar anulando todos estos conceptos opuestos y comprender de una buena vez al margen de estas categorías.

Por eso se llama Poema de la Línea: por el desplazamiento del punto, ese centro relativo, único, existente en todo momento, habitando todo espacio.

Cuando un punto se desplaza origina una línea. Toda creación comenzó y comienza con un punto. Dibujar un punto es crear una posibilidad de que todo se origine, se haga. Un punto es la potencial eternidad (entonces: el reino / el paraíso / la energía más allá del cuerpo / la energía que no entiende de muertes)

Definir frontera es lo siguiente: entenderla como una apertura, no como un límite. Donde una playa acaba (a simple vista) comienza el mar, no es que algo termine, es que comienza otra cosa, tanto que la playa en sí no se acaba, modifica sus propiedades, en toda la tierra no existe una parte sin suelo, por más profundo que esté.

Pero comienza el mar.

El cual parece que acaba llegando a la línea del horizonte, la cual, una vez comprendiéndola, se descubre que no es un final sino una continuación, o mejor dicho, una concatenación.

El poema parte de ésta idea (no de éste ejemplo de frontera (la playa, el mar, el cielo) sino de la idea en general de frontera) con la alusión a la mirada: mirar tendría que ser algo más que simplemente observar que un árbol está en medio de un jardín, que un edificio es gris y tiene seis pisos.

Quien supo mirar más allá de la vista, escuchar más allá de los ruidos, intuir más allá de las corazonadas, comprendió que la tierra no llegaba hasta el horizonte, se subió al cerro más alto y descubrió que todavía había algo más allá, fabricó una estructura más alta que el cerro y volvió a encontrarse con más agua (tal vez hasta una isla remota). Ésta idea maduró al punto de entender a la tierra esférica y conocer el efecto de gravedad, luego siguió abriéndose hasta comprender el efecto del polvo solar, hasta conocer que existe aquello llamado energía capaz de originar movimiento, vida, continuidad.

Todo resultó ser continuo.

Lo inmóvil, propiamente, dejó de existir.

Entonces el mito encarnado que la luz (ese símbolo del conocer, del abrir la mente) provee es el siguiente: estamos acostumbrados a creer que existe la posesión, que cuando miramos algo sólo está ahí, frente a nuestros ojos, y nuestros ojos lo poseen a través del sentido de la vista. Nada más parcial, más incompleto que esto. Todo es una correlación, entonces nuestra vista es parte de- y no poseedora de-; con ésta moderna creencia corremos el riesgo de que nuestros 5 sentidos oficiales (más los no oficiales, los piratas, los oscuros, los mágicos, los incomprensibles, los dormidos) en vez de permitirnos la plenitud nos proporcionan la segmentación, nos limitan, nos impiden una comprensión abstracta, creemos que no entendemos poesía, que no entendemos el infinito, que no entendemos conceptos como la unidad, lo absoluto, lo intersticial (hay que recordar que hemos aprendido a odiar las matemáticas y aburrirnos con la poesía), que no entendemos el potencial humano de la mente, el cual puede impulsar acciones desde lo imposible (mover objetos sin tocarlos, modificarlos, generar apariciones “divinas” en superficies como la madera o la lámina, empujar vehículos pesados con sólo una mano, curarse de enfermedades incurables) hasta lo más tenebroso (provocarse enfermedades como el cáncer, dependencias, la autocombustión, generar llagas en la piel o estigmatizarse)

Finalmente, esto de “este camino / lo recorre el centro” es porque este desplazamiento del punto (imagen que empleo para simbolizar el proceso del conocimiento, de la vida, de la creación, de lo potencialmente infinito) ya que se convierte en una línea (imaginemos una como esta: ______________ ) al verla a simple vista contiene dos direcciones: a la derecha y a la izquierda, o sea, si el punto empezó a desplazarse de izquierda a derecha, al momento de formar la línea también existe la posibilidad de que se dé la dirección contraria, entonces la direccionalidad del punto se vuelve relativa. Por eso el centro (uno mismo) va (puede ir) tanto en una dirección como en otra: va y viene, vamos y venimos, por los 3 tiempos oficiales (recuerdos-vivencia-proyectos), por el espacio, por la red.

¿Y todo esto lo dice mi poema? Me la pondré fácil: no literalmente, sí potencialmente.

Como siempre, todo queda más claro con el ensayo que con el poema. Y no me importa cuál vale más, son dos lenguajes distintos en la que más bien imperan las costumbres del lector (lecturas, reflexiones del estilo).


Éstos dos textos ahondan en mi interpretación de la realidad, con mis propios ejemplos, con mis divagues, lo cual no quiere decir nada. Están aquí, son públicos, son compartidos, y son (y esto es lo mejor de todo) una posibilidad, una respuesta obvia de la cual giran alrededor todas las preguntas. Y nada termina anulándose. Y todo sigue en movimiento: mi pensamiento, el pasar de los días, sus comments aquí abajo (los cuales agradezco (a ver si ahora no resulta que no me dejan ninguno)) y eso me parece genial, inquietante, existencial (no existencialista, mucho menos metafísico... pongamos que patafísico, total, éste blog es literario).

1 comentario:

R. Castillo dijo...

No soy partidario de las justificaciones, o de explicar el arte como tal, sin embargo me resultan interesantes algunos puntos del ensayo, aún por encima del poema. Aquí conociendo.